Nuestros hijos, la vocación y la fe

Sabemos que una de las grandes decisiones que tomarán los jóvenes en esta etapa es en relación a su vocación y entendemos también que, en un mundo plural y postmoderno, se encontrarán con muchas opciones y posibilidades. Para muchos de ellos este será uno de los interrogantes más difícil de resolver. Sin embargo, así como encontramos nuestra identidad en Dios, también debemos instruir a los jóvenes para que puedan escuchar a Dios para definir su vocación.

Vocación significa “ser llamado”, lo cual implica que estamos escuchando algo. Para ser más precisos, estamos escuchando a alguien: la voz de Dios hablando a nuestras vidas y a través de nuestras vidas. ¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes a aprender a diferenciar entre el llamado general que todos tenemos que es el amar a Dios, al prójimo y ser los hijos amados de Dios, del llamado específico para el cual fueron creados, o sea, los dones que dejarán una contribución única para este mundo?

En el Instituto Bíblico donde trabajo dando clases es frecuente, cuando estoy charlando con los jóvenes, que la mayoría de ellos tengan inquietudes con respecto a esto. Ellos llegan apenas terminando la secundaria o preparatoria con 17 ó 18 años para recibir entrenamiento y capacitación para trabajar específicamente dentro del ámbito ministerial. Un gran número de ellos viene para establecer un fundamento espiritual sólido y de allí continúan sus estudios en otras instituciones educativas a fin de perseguir su vocación o llamado para trabajar fuera de las paredes de la iglesia. Porque aman a Dios, desean saber que están haciendo su voluntad en cuanto a la elección de su vocación.

Como líderes debemos entender que perseguir el llamado de Dios no tiene que ver estrictamente con estudiar en un seminario o instituto bíblico ya que esto nos ha llevado, en otros tiempos, a un desbalance y, como producto de éste, tuvimos a cientos de jóvenes sin educación ni preparación y, por lo tanto, sin posibilidades en un mundo que exige estar más y mejor equipados.

A Dios le importa lo que a ellos les interesa

A qué se van a dedicar es, quizás, una de las primeras decisiones entre muchas otras que vendrán con el tiempo y que les demandará utilizar la fe genuinamente. Debemos enseñarles a ver la etapa universitaria de manera diferente. No es suficiente con solo cursar la carrera, hacer exámenes, obtener buenas calificaciones y recibir el diploma como todos lo demás. Necesitamos guiarlos a la oración y al consejo sabio de gente adulta que los conozca lo suficiente y ayudarlos a permanecer abiertos al llamado de y a la dirección de Dios para sus vidas. Él está interesado en cada uno de los jóvenes y le encanta que nuestros muchachos lo involucren en sus decisiones. Le importamos a Dios. Él nos creó para su placer, pero también puso intereses y pasiones dentro de nosotros que Él está dispuesto a respetar. Por lo tanto, Dios no es ajeno al deseo y al interés de los jóvenes. Debemos reflexionar en esto y no procurar que ellos sean lo que nosotros deseamos que sean o simplemente tratar de retenerlos porque necesitamos de su ayuda, sino animarlos a que persigan los sueños y anhelos que Dios ha puesto en sus corazones. El escritor de Eclesiastés parece sugerir que hay algo bueno en “seguir los impulsos de tu corazón cuando eres joven”. Esta idea también está presente en el Salmo 37:4. “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón”.

¿Cómo les ayudamos a conectar la vocación con la fe?

El 84% de los cristianos que tienen entre 18 y 19 años de edad admiten que no tienen idea de cómo se puede aplicar la Biblia a sus intereses profesionales o a su vida diaria. Por ejemplo, los adultos jóvenes que tienen interés en las carreras orientadas hacia las ciencias o la creatividad a menudo se desconectan de su fe o de la iglesia. En el lado creativo se incluyen a los músicos, artistas, escritores, diseñadores y actores jóvenes. En el lado de las ciencias los jóvenes ingenieros, los estudiantes de medicina, de ciencias y de matemática luchan frecuentemente para ver cómo la Biblia puede relacionarse con el llamado de sus vidas. Esta situación es urgente, ya que casi la mitad de los adolescentes cristianos aspiran a carreras de ciencias y casi la quinta parte están interesados en profesiones creativas. Una investigación de Barna demostró que las comunidades de fe pueden ser más efectivas al trabajar con la generación futura si vinculan la vocación con la fe.

Debemos guiarlos a ser intencionales en cuanto a profundizar su relación con Dios, para que puedan ver el mundo como él lo ve y prestarle atención al Espíritu Santo a medida que él dirige sus intereses. Una pregunta importante que ellos podrían hacerse es: ¿de qué manera esta carrera puede aumentar mi servicio a Dios y a los demás? Esta pregunta es mucho mejor que: “¿qué puedo hacer con esa carrera?”. La carrera universitaria debe estar más relacionada con el tipo de persona en el que ellos desean convertirse que con el tipo de habilidades que ellos están adquiriendo. Por consiguiente es importante ayudarles a ver que el campo de estudio en el que se involucran les estará ayudando a crecer como persona y a servir más plenamente a quienes les rodean. Los jóvenes necesitan de líderes que les ayuden a unir la problemática del mundo actual con los deseos profundos que tienen de hacer una diferencia con sus vidas. Necesitan ser guiados a vocaciones significativas.

Es necesario saber que ellos pueden cambiar o refinar su vocación a lo largo del camino. Algunas cosas en la vida, incluyendo el discernimiento adecuado en cuanto a nuestros llamados y vocaciones, salen a la luz a medida que entramos en el proceso de clarificar nuestro llamado. En medio de todo el proceso, una vez más, será clave para ellos recordar que deben de confiar en el autor que está escribiendo la historia de sus vidas.

La transición hacia la etapa universitaria.

Es importante que como padres y líderes estemos conscientes de que esta es una etapa vital de sus vidas, que trae consigo nuevas experiencias y nuevas necesidades:

Algunos aspectos que debemos tener en cuenta:

1. Para la mayoría de ellos, es la primera vez que salen de sus casas.

2. Aquellos adultos que los cuidaban y estaban cerca ya no están a diario con ellos.

3. Ingresan a un nuevo mundo con pares y adultos que no conocen.

4. Se sienten abrumados por los cambios, desafíos y decisiones diarias.

5. Es la primera vez que manejan un presupuesto y un calendario.

6. Su fe comienza a ser desafiada por otras ideologías.

7. Experimentan un ajuste emocional y relacional con sus familias.

8. Comienzan a entablar nuevas amistades.

9. Comienzan su experiencia de independencia definitiva.

¿Cómo podemos ayudarles?

– Acompañándoles en el proceso de buscar una iglesia saludable en donde puedan encontrar amigos y gente que les reciba si es que se van a otra ciudad.

– Promoviendo que los programas de la iglesia contemplen el escaso tiempo que tienen.

– Vinculándolos con líderes o adultos de confianza que conozcamos y que puedan estar pendientes de ellos, que los animen y desafíen, que modelen una fe aplicada en la vida práctica diaria.

– Animando a los padres a que puedan estar con ellos en las primeras semanas en donde se encuentran con un mundo nuevo de responsabilidades y cambios.

– Animando a que sus padres no pierdan el contacto personal con ellos, o al menos por teléfono o mensajes de texto, mientras ganan independencia y se adaptan emocionalmente a esta nueva etapa.

– Animando a los padres a que puedan confiar en el Señor por la vida de sus hijos.

– Apoyándolos mientras desarrollan una fe experimental que se aplica a sus comportamientos, relaciones y elecciones.

– Mostrándoles permanentemente un amor incondicional.

– Guiándoles en los conflictos que puedan surgir con el manejo del tiempo y del dinero.

– Enseñándoles perseverancia y contentamiento. El éxito y el desarrollo personal no llegarán tan rápidos y fáciles como ellos esperan.

(Tomado del libro: “Lo que todo líder debe saber de sus jóvenes”).